(In English below)
Esta acción es la tercera de una trilogía en la que he trabajado conceptual y formalmente sobre la masculinidad, la emocionalidad masculina y la violencia.
En ella, partiendo del modelo jerárquico y productivo de género que se desprende de las religiones cristianas en general y en especial de la católica, trabajaré simbólicamente este modelo que justifica el alejamiento de la mujer de cualquier actividad de la vida pública que no sea “ser consumidas/poseídas por varones y reproducir varones”. Una jerarquía y división de funciones por género que justifica la violencia masculina contra las “malas Marías” (aquellas mujeres que no son ni hacen lo que una mujer debe ser y hacer).
Usando las “técnicas de expresión emocional en entorno seguro” de Kübler-Ross, Propondré y accionaré un sistema de autoconciencia y ruptura con la violencia que todos los hombres ejercemos, no por nuestra naturaleza de HOMBRES, sino por la herencia cultural que nos ha sido transmitida con objeto de perpetuar el sistema jerarquico.
La tradición de saludo en España dice mucho sobre el valor asignado socialmente al género. Los hombres nos saludamos dándonos la mano. A las mujeres les damos un beso en cada mejilla.
Estrechandose la mano, los hombres demuestran que no llevan armas y establecen con el largo de su brazo la distancia hasta la que permiten que el otro hombre se acerque, su “espacio personal”.
Cuando un hombre besa en las mejillas a una mujer acciona simbólicamente la norma cultural de la ausencia de derecho de las mujeres a su propio espacio y también ejecuta la prohibición a las mujeres de la decisión sobre el uso de su propio cuerpo. Las mujeres no tienen espacio personal y deben estar disponibles para que un hombre pueda usar su cuerpo porque el cuerpo de las mujeres pertenece a los hombres.
El ángel Gabriel anunció a la virgen Maria que dios la había elegido para ser la madre de su hijo y que esto se produciría sin contacto sexual. Maria respondió al ángel: “He aquí la esclava del señor, hágase en mí según tu palabra” .
Dios tiene género masculino. Dios no le pide a María que sea la madre de su hijo. Dios tendrá de María un hijo varón. María se considera a sí misma la esclava de dios. La concepción del hijo de dios se hará sin contacto físico, porque la principal función de María es quedarse embarazada, no el tener relaciones sexuales. Una mujer que disfrute con el sexo solo podrá ser una puta.
La virgen María es la buena María, el paradigma de la buena mujer. Una mujer que no tiene disfrute sexual, que no decide sobre su cuerpo y cuya principal función es concebir y parir varones.
En esta acción, la buena María, la virgen María, queda representada por un tipo de galletas españolas, las “María” que la empresa Fontaneda publicita como “Maria Fontaneda, la buena María”. Una galleta es el símbolo perfecto del modelo de mujer impuesto por las religiones cristianas. Un alimento dulce, bueno y consumible en todo momento. Que no protestará si te la comes a mordiscos o si antes la bañas en leche.
Las malas Marías son todas aquellas mujeres que osan hacer lo que no deben, o deciden disponer de su cuerpo. En mi acción, las malas Marías están simbolizadas por bailarinas.
En la España de mi niñez, el que una hija quisiera ser bailarina era una tragedia familiar. Se le auguraba un futuro cercano a la prostitución; en el imaginario social sólo las prostitutas disfrutan y disponen de su cuerpo son conocedoras de los misterios del placer, y cualquier agresión hacia ellas está justificada o tiene un carácter menor pues son “malas mujeres”.
La violencia verbal o física suele ser un recurso masculino para solucionar conflictos y siempre es el prioritario ante una mujer. Las buenas Marías cuando se comportan como malas Marías pueden, y deben, ser insultadas, castigadas, machacadas, matadas, ...
Los hombres ejercemos violencia contra las mujeres a menudo en forma de microviolencias, que no por micro son menos lesivas, pues autentifican todo el aparataje cultural de opresión. Los insultos y menosprecios a las conductoras, La infantilización a la que se somete a las mujeres trabajadoras, ...
Estas pautas de actuación nos son transmitidas y los hombres de ahora somos responsables de no seguir transmitiéndolas.
En los parques chinos hay personas caminando hacia atrás en un juego simbólico de seguir recordando el pasado y no olvidar,
Los hombres debemos caminar hacia atrás. Ver cuanta violencia hemos ejercido pero también cuando daño nos ha producido a nosotros ejercerla porque la violencia es lesiva también para quien la ejerce.
Debemos responsabilizarnos de nuestra parte y atribuir también a nuestros antepasados su parte de responsabilidad en la herencia que nos legaron. Con ellos ya sólo nos queda congraciarnos, aceptar que ese ha sido su legado y tratar de cambiarlo. Mi propuesta viene en forma de lagrimas.
Permitiendo que las Marías sean como quieran ser también los hombres tendremos la posibilidad de ser como queremos ser y no como las normas transmitidas quieren que seamos.
Me acompaña en esta acción un tronco de árbol con raíces símbolo del patriarcado que he tomado prestado de una acción de la performer española Analía Beltrán i Janés. Esta imagen también me acompañó junto con un vídeo de su acción en la segunda parte de esta trilogía.
Muchas gracias Analía por golpearme el corazón y el estómago hasta la naúsea con tu acción sobre la violencia que se ejerce contra las mujeres aquel abril de 2007.
http://analiabeltran.blogspot.com/
Paco Nogales.